Los días.

Estaba sentada frente a mí, mirándome como me solía mirar, no sé si su corazón palpitaba como solía palpitar, era un sueño, el principio del sueño, ahí, cuando invoco lo necesario...

Mujer: (molesta) ¿Qué es lo que me quieres decir?

Yo: Nada...

Después de un prolongado silencio, yo mirando hacia abajo y ella buscándome la mirada con sus ojos, decidí pues mirarla con esos ojos brillantes lagrimosos, esos ojos que pocas mujeres podrán ver en su vida.

Yo: Sí los días nos pasaran así por así no deberíamos vivir.

Sí debiéramos huir frente a la dificultad no deberías ni concebirlo, porque somos hijos de la dificultad y sin ella no somos nadie, solo un manojo de piernas que huyen sin corazón... porque el destino se lo dejo a los griegos, ellos que difícilmente vivían pensando que su vida estaba bordada por un camino, un objeto, una cosa, ¿una idea? , ¡cuanta debilidad!

Decidí entonces vivir tranquilo, pues soy muy joven para conocer la derrota y de una forma tan barata y egoísta, ¿aún podés mirarme a los ojos con tal altanería?

Sí, es verdad, la mente también se cansa y el cuerpo se pone pesado, es difícil respirar sin suspirar, la sangre es espesa con el miedo aún así todo es valedero, sin vergüenza, desesperanzada... la vida, la vida no nos impide nada, la vida ya la tenemos de por sí, la vida somos nosotros mismos, y será de nosotros cuando los días nos pasen por encima con sus dificultades y nos hayan hecho dignos de ser sus propietarios, de ser dueños de nosotros mismos.

Mujer: (Interrumpe) Y sí, puede ser verdad... habrá que ver.

Yo: Los días nos darán su última palabra, una vez seamos nosotros dueños de lo que queremos, no se le puede estar siguiendo dando tanta importancia al llanto.

Mujer: (Desafiante) ¿Ah no? ... ¿Por qué no?

Yo: Sí fuera más valedera una penuria que cualquier alegría, este mundo para nosotros hace mucho habría acabado.

Después de esto, ella se levantó de ese sillón se me acercó sin quitarme la mirada y me dio una bofetada, luego se retiro del recinto.

Ocaso.

Una vez creo que la volví a ver, yo estaba en otro cuarto, en otro tiempo y con otro rostro y me dijo:

Mujer: ¿Cuántos días más?

No supe qué responder, tardé un poco más cuando ella volvió a retirarse del recinto, ya no recuerdo si me encontraba despierto o dormido.